lunes, 19 de julio de 2010

Andando

Desde que el ser humano llega, aproximadamente, al año de edad empieza a aprender a andar.
A sostenerse sobre su piernas, manteniendo así su cuerpo erguido. A equilibrarlo para poder levantar primero uno, adelantarlo, apoyarlo, levantar el otro y así al infinito para avanzar.
Tal vez le enseñen, como a mi, a andar sigilosamente para no molestar con el ruido de las pisadas, por ejemplo, el desarrollo de una obra. Para eso deberá apoyar cada parte del pie en orden y distribuyendo la fuerza para no hacer crujir las tablas.
O tal vez deba aprender a caminar como el zanquista, apoyando todo el peso del cuerpo en un punto, para lo cual debe redistribuir toda la fuerza de la pierna para que caiga toda junta pero sin perder el equilibrio.
Tal vez aprenda a correr, dejando su cuerpo suspendido salto tras salto, entendiendo que para eso debe recordar respirar administrando el aire que entra y sale.
Para caminar sin atolondrarse deberá fijarse por donde camina pero manteniendo la frente alta para saber hacia donde va sin chocar con el que viene de frente.
Todo esto el ser humano lo aprende un poco de lo que le enseñan y un poco de los golpes. De caer en cualquier pozo. De chocar contra las paredes, los árboles. De pisar las flores.
Pero cuáles son los pasos que debe dar? Adónde debe ir? Eso nadie puede enseñárselo. Sólo cada ser humano sabe cuál es su propósito, adónde quiere ir.
Nadie puede decirle cuál es su propósito, por fácil que parezca. Nadie tiene todas las respuestas. Nadie puede, ni debe.

No hay comentarios: